Mi historia

Sin querer nos encontramos.

Quisiera poder entender toda esta situación, me confunde de cierta manera su pensamiento, su perspectiva, todo; a causa de esto encontré quizás en ella una parte que nos unía, aún más, no supe en que momento todo esto dio un giro tan radical, me sorprende, ya que, creí saberlo todo, pero al menos en este instante pudimos acércanos, revelarnos, ser quienes éramos en realidad.

Hace un buen tiempo había conocido a una chica grandiosa, tímida, pero en su interior supe lo valiosa que era, me dispuse a jugar con ella, su nombre era Elizabeth, de pequeña contextura, cabello largo y lacio, castaño, con unos ojos miel que penetraban el alma y por supuesto, una mirada que guardaba algo tan frustrante para ella que sólo podía denotar silencio; yo en cambio, era extrovertido, curioso, empático, de cabello corto negro que brillaba con la luz del día, un poco robusto de lados, algo pequeño y de sonrisa encantadora, pero, a pesar de tener una sonrisa de oreja a oreja, me sentía extraño, como si en realidad tuviese que esconderme en este caparazón.

Encogiéndome de hombros y recordando aquellos días en donde la inocencia rondaba por nuestros ojos, hoy puedo decir que el cambio es notorio, a pesar de nuestras dificultades seguimos viéndonos como aquellos hermanos que siempre contaron el uno con el otro, pero sentía un miedo, no sabía que era, quizás una cierta atracción a quien la sociedad no me permitía o al menos, eso me hicieron creer; Elizabeth siempre tuvo mucha confianza en mí pero esta vez la noté muy distinta, estaba retraída, quizá, asustada, no sabía porque, quise comprenderla y pensé que se debía a cierto estrés, o al menos quise pensarlo así, los días, semanas y meses fueron pasando y ella cambiaba de una manera impresionante, era irreconocible.

Todos pensaban que algún día nos casaríamos, seríamos una familia perfecta, mis padres y los de ella tuvieron esa idea, nos inculcaban que debíamos tener un amor, al menos quise intentarlo una vez, pero, no me sentía muy cómodo, quizás ella igual, aquella parte fue clave para saber que esa era la razón por la cual estuvo tan alejada de mí, guardaba un secreto, lo sabía, la conocía de años y notaba uno a uno sus expresiones, me acerqué a ella y con voz temblorosa le pregunté sobre lo que pasaba, no me quiso decir, sólo se alejó de mí, corrí tras ella y la alcancé, pero sólo me gritó con un: ¡DÉJAME EN PAZ!

 

Quedé perplejo ante su actitud, no la reconocía, parecía que no nos hubiéramos conocido hace muchos años y ahora pensaba que de verdad la perdería, fui directo a su casa y le pregunté a sus padres lo que pasaba, ellos sólo me ignoraron, me dijeron que me fuera y que dejara que se calmaran las cosas; al día siguiente, en el colegio, noté su ausencia, sólo pensé en lo peor, pero, quizá eso se veía venir conmigo, ya que aún no sabían que era gay, quien lo pensaría, yo, Alex, el chico que siempre jugaba con carros, a las luchas con mi padre, de repente le empezara a gustar los hombres, nadie sabía, ese oscuro secreto se mantuvo conmigo durante mucho tiempo y lo forcé tanto hasta callarlo de una manera muy discreta, pero, lo que en verdad importaba era la estabilidad de mi amiga Elizabeth, quería estar a su lado, comprender que pasaba por su mente en ese instante, entonces, decidí contarle y sentía un miedo inmenso, pero pensaba que cualquier cosa que podía hacer por ella serviría de algo para poder unirnos más, entonces, ese mismo día la llamé y le dije que quería hablar con ella, ella confesó que no quería verme, que la dejara sola, pero sin embargo fui, estaba tan nervioso que no supe donde quedé, sólo suspiré y con voz temblorosa le dije: ‘’Me gustan los chicos’’, un silencio inundó el lugar, después noté que en sus ojos se escurrían algunas lágrimas, ella me tomó de la manos y aunque tenía la voz entre cortada, me miró fijamente mientras sonreía: ‘’Me gustan las chicas’’, ambos confundidos por lo que pasaba decidí sólo abrazarla, decirle que ojalá nunca se alejara de mí y que a pesar de las cosas, nos seguiríamos uniendo cada día más, ella atribuyó que su cambio se debía a que sus padres se habían dado cuenta de sus gustos.

Hallaron en sus cosas una pequeña carta que semanas anteriores había guardado, en ella contenía una confesión bastante directa: ‘’Sé que apenas nos conocemos, también sé que eres muy tímida, pero he visto en ti algo distinto, me miras de una manera muy dulce, te escondes apenas nuestras almas se juntan con sólo vernos, también noto tus manos temblantes al hablar conmigo y quién lo diría de esa forma tan bonita que tienes de ignorarme en los momentos más íntimos, pero, he de confesarte que aunque no lo creas, pones nervioso mi ser, agitas de una manera impresionante mi vida y creo yo a ti la tuya, espero no te asustes con esta carta, quémala y aléjate de mí si piensas que esto es un error, sino, te esperaré en la biblioteca, con cariño izzy’’

Su madre mientras limpiaba su habitación, encontró la carta, guardada en un cajón, se la enseñó a su padre y ambos interceptaron a Elizabeth, castigándola y gritándole de una manera muy fuerte, ella sólo se soltó a llorar y pensó que todos, al igual que sus padres, la rechazarían, pero ella pensó en mí, no sabía cómo iba a reaccionar, sólo tenía miedo; entendí muchas cosas luego, sabía que ambos debíamos afrontar el mundo, me daba un poco de temor confesarle a mis padres sobre lo que pasaba, sólo quería que me comiera la tierra, desaparecer y que nadie supiera de mí, pero ahora tenía una tarea más importante, darle todo mi amor y apoyo a la persona que vi crecer desde que era un niño, a esa persona que siempre estuvo ahí para mí.

Estuve ideando un plan para abrir mi secreto, pero de manera prudente, lo estuve pensando y pensando, no dormía bien ahora y estaba retraído con algunos deberes, Elizabeth notó mi preocupación, cuando sólo tomó mi hombro y con una voz de tranquilidad me dijo: ‘’Deja que todo fluya, no sufras sólo por abrirte con los que más quieres, a veces es difícil las situaciones, pero aprende a que el cambio debe estar con nosotros, quizá si no sufrimos al menos un poco, no seremos más fuertes de lo que queremos’’

Elizabeth me dejó una hermosa enseñanza, no debía avergonzarme ser quien era en realidad, me asusté al escuchar todo lo que pasó con mi confidente, mi mejor amiga, mi hermana, creé un miedo inmenso y a cambio sólo me alejaba de lo que en verdad creía correcto, así que, tomé mi mochila, me despedí de Elizabeth y me dispuse a correr hacia mi hogar, sentía el corazón salir de mi pecho, sudaba de una manera impresionante y mis lágrimas empezaron a salir solas, estaba pensando en cómo decirle a mis padres, no quería que me corrieran de la casa, sólo pensaba en estar feliz, a salvo, empecé a escribir en una hoja de papel todo lo que sentía, estaba colapsando, aunque, eso ayudó mucho en mí, escribir sobre mis emociones hizo que me relajara, al final sólo leí mi carta y comprendí que debía dejarla en la habitación de mis padres, tomé un sobre, la doblé y la puse encima de su mesa de noche, esperé en mi cuarto, paciente, mientras escuchaba algunas canciones, luego me dispuse a leer un libro de Harry Potter, me quedé dormido, al cabo de un rato mi mamá me despertó para la cena, yo sólo la miré, había un poco de tensión en mí, bajé al comedor y mi padre estaba cenando con mi hermana, luego me senté, mi madre puso el plato enfrente mío y luego ella se sentó, el comedor estaba en silencio, luego papá me miró y me dijo: ‘’Ya lo sabíamos, somos tus padres ¿No crees que en verdad te conocemos?’’

Sólo suspiré y tomé la mano de mis padres, les dije que los amaba y comencé a llorar de alegría, ahora estaba en calma, al acabar la cena les conté sobre lo que pasó con Elizabeth, la reacción de sus padres y de cómo se estaba destruyendo, mi madre se sentó conmigo y me dijo que debía ayudarla, que no la dejara sola.

Antes de ir a dormir pensé en un plan que quizá podría gustarle, al día siguiente después de la escuela la llevé al centro comercial, comimos helado, fuimos a cine y a la final, la invité a un lugar nuevo, a un bar gay, estábamos emocionados, ya que, sería nuestra primera vez en un lugar como éste, era algo fascinante poder sentirnos como en casa, siendo libres, bailando como dos almas llenas de vida; luego de un rato, notamos la presencia de Izzy, ellas dos se habían alejado a causa de los problemas con los padres de Elizabeth, sentí como ella se emocionaba, vi en sus ojos una emoción inmensa, ella no dudó en salir corriendo a abrazarla y ahí noté lo más puro de sus sentimientos.

Nos sentamos todos en una mesa, ella me presentó a Izzy y entendí el sentimiento que ambas tenían, le platiqué sobre que no debíamos dejar a Elizabeth sola, que pase lo que pase, teníamos que estar con ella, en las buenas y en las malas, al finalizar la noche nos dirigimos hacia la casa de Izzy, dejé que se quedaran juntas y me dirigí a dormir, al día siguiente la noté un poco más animada, lograba hacer las cosas que más amaba, pero, sus padres aún intervenían y cada vez que pasaba algo bueno, sus padres la desanimaban por montón, quise idear un plan para que ellos cambiaran de actitud, pero quizá podría ser más adelante, al rato Izzy llegó con un chico: ¡hola!, replicó Izzy, éste es mi primo, Sebastián, llegó hace unos días de estados unidos; el chico me pareció bastante lindo, tierno, incluso sentí una fuerte atracción hacia él, era un poco alto, con contextura fuerte, cabello castaño, ondulado, un poco moreno, sus ojos hacían contacto con el sol y brillaban, sus labios grandes y su voz parecía de presentador.

Me quedé viéndolo un rato, él me sonrió, estaba nervioso, volteé mi rostro hacia un lado, se me acercó y me preguntó cómo me llamaba: Alex...

Le dije con una voz temblorosa, era la primera vez que me sentía nervioso, pero en verdad sentía algo distinto, supe que podía suceder cosas que ni siquiera había imaginado con alguien.

Al rato Elizabeth recibió una llamada, eran sus padres y parecían estar enojados, la sentí muy asustada y nerviosa, me despedí de Izzy para luego acompañarla, nos dirigimos a su casa, estaba su padre afuera, enojado, la esperó, ella luego me miró y me dijo un suave ‘’adiós’’, entró a su casa, su padre me miró muy serio, entró y cerró la puerta con fuerza; estaba asustado, realmente sentía una impotencia al ver que no podía hacer nada, al día siguiente la vi golpeada, la llamé y sólo se fue, me ignoró, ahí me di cuenta que tenía que tomar una decisión drástica para poder salvarla, el plan que había ideado hace semanas tenía que ejecutarse pronto, les conté a mis padres sobre mi idea y ellos aceptaron inmediatamente, al cabo de unos días la directora llamó a su oficina a Elizabeth, preguntándole que pasaba, ella sólo le dijo que fue un golpe que se había dado contra la pared de su habitación, que no era nada grave, luego, se fue; mis padres llamaron a los padres de Elizabeth, quedaron en tener una cena a las 8, me arreglé y luego me vestí, escuché luego el timbre y bajé inmediatamente a abrir, los invité a seguir, mi padre y mi madre los recibieron de una hermosa manera, ellos en cambio, estaban muy serios, algo secos, empezando la cena inundó el silencio, mi padre le preguntó a Elizabeth como estaba, ella lo miró fijamente y le dijo ‘’bien’’, mis padres quisieron intervenir poco a poco, pero al parecer, ellos sabían lo que iba a pasar y de manera grosera se fueron de mi casa, arrastrando a mi vieja amiga de manera violenta, nos preocupamos mucho.

No pude dormir toda la noche, pensaba en que le estaban haciendo mucho daño a Elizabeth, sólo quedaba en ir a su casa temprano por la mañana y hablar de manera directa con ellos y así fue, me enfrenté y les dije que le estaban haciendo mucho daño, que a pesar de todo ella era su hija, que debían respetarla sea quien sea, me inundé de rabia y sólo grité: ¡AMÉNLA MUCHO!, sólo me fui, sin esperar nada Elizabeth me llamó, me contó que sus padres habían hablado con ella y que entendieron todo, se disculparon y supieron que todo lo que hicieron con ella fue herirla, la abrazaron y juntos iniciaron algo nuevo; meses después Izzy y Elizabeth se hicieron pareja, y yo, bueno, yo empecé a hablar con Sebastián, conocí gran parte de él, para que después él me pidiera que fuera su pareja, hemos cumplido 6 meses de novios y aprendí de él tanto, que sólo me queda decir que nunca hay que esconder lo que en verdad somos, el miedo puede ser nuestro principal enemigo, y arriesgarnos, quizá, puede ser la cura a todo.